Su ubicación, en una cota inferior al mirador de San Agustín, permite una vista del caserío de Arcos de la Frontera y su particular adaptación a las características topográficas del enclave, que configuran un callejero laberíntico y empinado donde sobresalen las arquitecturas de la iglesia de San Pedro, San Agustín, Santa María y el castillo.
Su elevada altura permite contemplar uno de los meandros del río Guadalete y las sierras de Barranco y de Bornos, pudiéndose ver desde aquí parte del recinto amurallado de la ciudad (Torre de San Antón).
Su elevada altura permite contemplar uno de los meandros del río Guadalete y las sierras de Barranco y de Bornos, pudiéndose ver desde aquí parte del recinto amurallado de la ciudad (Torre de San Antón).